Se han planteado preocupaciones dentro del establecimiento de defensa de Israel de que Irán podría intentar aprovechar el período antes del regreso del ex presidente de EE.UU., Donald Trump, al cargo para actuar contra Israel.
Los servicios de inteligencia han comenzado a intensificar el intercambio de información y las evaluaciones de la situación con el ejército de EE.UU. para evitar pasar por alto desarrollos críticos.
Los funcionarios enfatizan que el liderazgo político de Israel debe comprender la política propuesta por Trump hacia Irán para dar forma a su propia estrategia militar y diplomática. Muchos dentro de la comunidad de defensa creen que los esfuerzos diplomáticos para frenar las ambiciones nucleares de Irán "han llegado a su fin".
Algunos funcionarios de defensa recuerdan la declaración de Trump en una convención reciente: “Irán no tendrá armas nucleares”, aunque agregó que, si resultaba elegido, su objetivo sería poner fin a las guerras en lugar de iniciar nuevas. Quedan preguntas sobre los métodos que pretende utilizar.
En discusiones privadas, fuentes dijeron que Trump confió a sus asociados que si hubiera tenido algunos meses más en su primer mandato, habría impuesto sanciones adicionales para desestabilizar la economía de Irán. Ahora, la pregunta para Israel es si el gobierno del Primer Ministro Netanyahu se alineará con Trump en una nueva ronda de sanciones contra Irán o presionará por una iniciativa militar más amplia dirigida a las instalaciones nucleares de Irán. Hasta la fecha, Trump no ha proporcionado una política detallada sobre el programa nuclear de Irán.
Altos funcionarios de las FDI han enfatizado la estrecha coordinación entre Israel y altos funcionarios del gobierno de EE. UU., incluido el Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM) y los aliados británicos, en preparación para el reciente ataque de la Fuerza Aérea de Israel en Irán. Según fuentes de las FDI, esta colaboración mejoró tanto la precisión como la efectividad de la operación.
Dejando a Irán expuesto a futuros ataques
Los datos de las FDI indican que el ataque apuntó con éxito a sitios clave de defensa y ofensivos iraníes. Entre los objetivos se encontraban 14 sistemas de radar conectados a baterías de misiles tierra-aire diseñados para proteger ubicaciones críticas iraníes, cuatro baterías de misiles S-300 y instalaciones involucradas en la producción de combustible para misiles balísticos.
Las evaluaciones israelíes sugieren que el ataque debilitó significativamente las capacidades de producción de Irán, dejando sus sitios estratégicos "más expuestos que nunca" a los ataques aéreos.
Tras el ataque, fuentes israelíes anticipan que Irán podría intentar compensar el impacto fortaleciendo su presencia en Iraq, Yemen, Siria y Líbano. Esta refuerzo podría incluir la transferencia de armas avanzadas y esfuerzos por establecer lo que un oficial de defensa describió como un "ejército terrorista". Los funcionarios de defensa también señalaron que, si bien es poco probable que Irán abandone sus planes para una incursión terrestre, podría considerar rutas alternativas a través de Siria o Jordania para la incursión planeada de la Fuerza Radwan desde Líbano.
Las evaluaciones de inteligencia israelí muestran que, aunque Irán ha enriquecido más uranio al 60% en el último año, aún no ha alcanzado el nivel de enriquecimiento del 90% necesario para una arma nuclear. Sin embargo, este desarrollo ha ampliado la capacidad de Irán para alcanzar rápidamente el enriquecimiento al 90%, designándolo efectivamente como un estado umbral nuclear.
Las evaluaciones adicionales de funcionarios de defensa israelíes indican que, dadas las operaciones de la fuerza aérea de Israel en Yemen e Irán y la estructura del programa nuclear de Irán, es probable que la Fuerza Aérea Israelí enfrente desafíos para lograr altos niveles de destrucción sin el apoyo de Estados Unidos.