Las FDI revelaron el miércoles que su decapitación de Hezbollah desde mediados de septiembre hasta el alto el fuego del 26 de noviembre no fue suerte, sino que se basó en un nivel de infiltración sin precedentes.
Según el ejército, sus ramas de inteligencia pasaron años diagnosticando por separado cada nivel de poder de fuego de Hezbollah: morteros, cohetes de corto alcance, cohetes de alcance medio y cohetes de precisión y largo alcance.
Además, la inteligencia militar identificó dónde se encontraban estos elementos y cómo golpearlos, o seguir sus movimientos si eran móviles.
Las FDI añadieron que realizaron un diagnóstico sin precedentes de la estructura de mando de Hezbollah.
El hecho de que los tres principales niveles de comandantes de Hezbollah fueran eliminados en cuestión de semanas no fue suerte, sino un reflejo de la inversión a largo plazo en la recopilación de inteligencia, análisis y precisión por parte del ejército.
Todo esto llevó a que las FDI impidieran a Hezbollah poder llevar a cabo sus propios planes apocalípticos de cortar en pedazos los rascacielos de Tel Aviv con su arsenal de 150,000 cohetes.
Si los funcionarios de defensa y los analistas hubieran advertido que las Torres Azrieli, los altos edificios de la sede militar de Kirya y otros puntos de referencia altos en Tel Aviv podrían ser destruidos por Hezbollah, potencialmente matando a miles, el grupo terrorista libanés no logró causar un daño tan significativo en el centro del país.
Hezbollah destruyó grandes porciones de pueblos en la frontera norte y también causó algunos daños más amplios en el tercio norte del país de septiembre a noviembre, incluyendo a Haifa, pero incluso allí no logró causar suficiente daño estratégico para presionar a Israel a ceder ante sus demandas.
En cambio, las FDI mataron al líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, a su primer sucesor Hashem Safieddine, al jefe militar Fuad Shukr, al comandante superior Radwan Ibraham Aqil y a todos sus principales subcomandantes, así como a innumerables otros, y no se detuvieron hasta que Hezbollah aceptó retirarse más allá del río Litani y renunciar a cualquier participación en el conflicto bélico en el Sur.
Tras el éxito de las FDI en Líbano, su aparato de inteligencia y operaciones llevó a cabo una destrucción similar de los principales centros de poder del ejército sirio, evitando matar a las fuerzas del ejército sirio ya que el objetivo era reducir la amenaza potencial futura y no iniciar un nuevo frente activo.