El compromiso de Biden con dos Estados enfrenta dura realidad - editorial

A pesar de la presión internacional, incluida la de la administración Biden, líderes israelíes y gran parte de la opinión pública siguen escépticos sobre la solución de dos Estados.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sube al Air Force One camino de Detroit (Michigan) desde el aeropuerto internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta, en Atlanta (Georgia, Estados Unidos), el 19 de mayo de 2024. (photo credit: Elizabeth Frantz/Reuters)
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sube al Air Force One camino de Detroit (Michigan) desde el aeropuerto internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta, en Atlanta (Georgia, Estados Unidos), el 19 de mayo de 2024.
(photo credit: Elizabeth Frantz/Reuters)

El presidente Joe Biden se dirigió el domingo a los graduados del Morehouse College, invocando visiones de un futuro más brillante para nuestra región, donde dos pueblos puedan encontrar la paz. "Estoy trabajando para garantizar que finalmente logremos una solución de dos Estados, la única solución para dos pueblos", declaró. Sin embargo, este noble objetivo se enfrenta a un panorama cada vez más reacio a tales sueños.

Después del horrible atentado perpetrado por Hamás el 7 de octubre, en el que murieron 1.200 personas y 253 fueron tomadas como rehenes, el interés de la opinión pública israelí por una solución de dos Estados ha disminuido considerablemente. Encuestas recientes reflejan un cambio drástico: una encuesta realizada por el Instituto Israelí para la Democracia después del 7 de octubre reveló que sólo el 14% de los israelíes de derechas creen ahora que es posible una coexistencia pacífica entre Israel y un Estado palestino. Este escepticismo se extiende a la sociedad en general, ya que sólo el 35% de la población es optimista respecto a ese futuro.

La brutal realidad de la violencia ha eclipsado las esperanzas de paz, transformando la opinión pública y cimentando la percepción de que las concesiones territoriales equivalen a riesgos para la seguridad. Experiencias históricas, como la retirada de Gaza en 2005, han dejado profundas cicatrices, reforzando los temores de que un Estado palestino pueda convertirse en una plataforma de lanzamiento de nuevos ataques. Muchos miembros de la Knesset, especialmente de facciones religiosas y de derechas, se oponen al marco de los dos Estados.

A pesar de la presión internacional para reactivar la solución de los dos Estados, incluso por parte de la administración Biden, los líderes israelíes y una parte significativa de la opinión pública siguen sin estar convencidos. Dan prioridad a las necesidades inmediatas de seguridad sobre las soluciones diplomáticas a largo plazo, que parecen cada vez menos prácticas en las condiciones actuales.

La esperanza de dos Estados se erosiona entre el público israelí 

El concepto de una solución de dos Estados no es nuevo; ha sido una piedra angular de los esfuerzos de paz durante décadas, defendida por numerosos presidentes estadounidenses, desde Bill Clinton a George W. Bush, Barack Obama y Barack Obama. Bush, Barack Obama y Donald Trump. Sin embargo, la violencia persistente y la falta de confianza han socavado repetidamente estos esfuerzos. La última encuesta del Israel Democracy Institute destaca que, aunque el 62% de los israelíes apoya la idea de “dos Estados para dos pueblos,” la confianza en conseguirlo se ha erosionado.

 El presidente de la OLP, Yasser Arafat (tercero a la derecha), hace un gesto al primer ministro Isaac Rabin (tercero a la izquierda) mientras el presidente estadounidense Bill Clinton (en el centro) se interpone entre ambos, tras la firma de los Acuerdos de Oslo el 13 de septiembre de 1993. (crédito: GARY HERSHORN/REUTERS)
El presidente de la OLP, Yasser Arafat (tercero a la derecha), hace un gesto al primer ministro Isaac Rabin (tercero a la izquierda) mientras el presidente estadounidense Bill Clinton (en el centro) se interpone entre ambos, tras la firma de los Acuerdos de Oslo el 13 de septiembre de 1993. (crédito: GARY HERSHORN/REUTERS)

El 7 de octubre fue un duro recordatorio de la volatilidad de la región. Para muchos israelíes, el atentado reforzó la idea de que cualquier futuro Estado palestino debe ir acompañado de sólidas garantías de seguridad. El precedente histórico es aleccionador: la Segunda Intifada, la retirada de Gaza y el posterior ascenso de Hamás han contribuido a generar una profunda desconfianza a la hora de hacer más concesiones.

Además, el panorama político en Israel ha cambiado significativamente hacia la derecha, y el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu incluye a varios socios de coalición que se oponen firmemente a un Estado palestino. Esta realidad hace que sea cada vez más difícil para cualquier gobierno seguir un camino que conduzca a dicho Estado palestino.

A pesar de estos desafíos, hay voces en Israel que siguen abogando por una solución de dos Estados. El ex primer ministro Ehud Olmert y expertos en seguridad como Yaakov Peri sostienen que, aunque el sentimiento actual es contrario, el liderazgo y la acción decisiva podrían cambiar la opinión pública. Establecen paralelismos con acuerdos de paz históricos, como el tratado de paz entre Egipto e Israel, que inicialmente se enfrentó a un escepticismo generalizado pero que ha perdurado durante décadas.

En febrero, la Knesset votó abrumadoramente en contra del reconocimiento unilateral de un Estado palestino. Netanyahu celebró la votación como un claro mensaje al mundo de que las acciones unilaterales sólo pondrían en peligro a Israel y obstruirían los esfuerzos de paz. Subrayó el sentimiento predominante en Israel de que cualquier avance hacia un Estado palestino debe ser cuidadosamente negociado y asegurado.

La administración Biden, junto con la Unión Europea y otros actores, sigue presionando para que se reactive la solución de los dos Estados. Sin embargo, esto debe venir acompañado de una comprensión de la psique israelí actual.


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El miedo a repetir errores en los que las concesiones territoriales trajeron consigo un aumento de la violencia se cierne sobre Israel. Para que cualquier nuevo esfuerzo diplomático tenga éxito, debe enfrentarse a estos temores. Las propuestas deben incluir mecanismos sólidos que garanticen la desmilitarización y la estabilidad política. Sólo entonces podrá la opinión pública israelí empezar a considerar estas ideas.

Aunque el compromiso de Biden con una solución de dos Estados resuena con la política y los ideales estadounidenses de siempre, choca con las duras realidades y los sentimientos imperantes. Sin garantías concretas de seguridad y estabilidad, la solución de los dos Estados sigue siendo un objetivo lejano e inalcanzable para la mayoría de los israelíes.