Vivir en zonas frondosas cerca de jardines, parques y espacios verdes puede favorecer la densidad ósea y reducir el riesgo de osteoporosis, una enfermedad grave que aumenta el riesgo de fracturas y discapacidad.
No sólo debilita los huesos, haciéndolos frágiles, sino que también puede provocar dolor crónico, movilidad reducida y una menor calidad de vida.
Tener huesos delgados es ya un importante problema de salud en todo el mundo, y su prevalencia en todo el mundo, sobre todo en mujeres pero también en hombres, va a aumentar con el rápido envejecimiento de la población y los cambios en el estilo de vida.
La osteoporosis está causada por factores genéticos, hormonales y ambientales, y aunque la exposición a los espacios verdes se ha relacionado con un menor riesgo de mala salud, no está claro si esto se extiende al riesgo de osteoporosis y hasta qué punto puede influir la susceptibilidad genética.
Para profundizar en esta cuestión, los investigadores chinos analizaron los datos del Biobanco del Reino Unido sobre 391.298 personas de una edad media de 56 años, de las cuales algo más de la mitad eran mujeres.
Detalles del estudio
Su estudio se publicó en la revista Annals of the Rheumatic Diseases con el título "Associations of residential greenness with bone mineral density and osteoporosis: the modifying effect of genetic susceptibility".
A todos ellos se les registró información sobre su densidad mineral ósea y factores potencialmente influyentes, como el origen étnico, los ingresos anuales del hogar, el nivel educativo, la situación laboral, la zona de residencia, el consumo de alcohol, los niveles de actividad física, el hábito de fumar y la dieta.
Su riesgo genético de osteoporosis se calculó mediante una puntuación de riesgo poligénico, y para determinar la cantidad de espacio verde de su zona residencial se utilizó una medida muy extendida denominada índice de vegetación de diferencia normalizada, basada en imágenes por satélite.
La exposición media anual a los contaminantes óxido de nitrógeno (NO2) y partículas PM2,5 se calculó a partir del código postal y los datos del proyecto ESCAPE, que estudia los efectos a largo plazo sobre la salud humana de la exposición a la contaminación atmosférica en Europa.
Cada participante fue objeto de seguimiento hasta marzo de 2021, fecha en la que se le diagnosticó osteoporosis o falleció. Durante un periodo medio de seguimiento de 12 años, se diagnosticaron 9.307 nuevos casos de osteoporosis.
Era más probable que fueran mayores, mujeres, fumadoras y jubiladas. También era más probable que tuvieran un menor nivel educativo y estuvieran más desfavorecidos económicamente.
Sin embargo, surgió una asociación consistente entre la cantidad de espacios verdes y los nuevos casos de osteoporosis.
Los autores registraron a quienes vivían a una distancia de entre 300 y 1.500 metros de zonas verdes; con cada aumento de la cercanía de dicho entorno, hallaron un aumento de la densidad mineral ósea y un riesgo cinco veces menor de desarrollar osteoporosis.
Varios estudios han demostrado que la exposición a la contaminación atmosférica puede producir estrés oxidativo e inflamación y alterar las hormonas, factores ambos que aumentan el riesgo de osteoporosis, señalan los investigadores.
Las personas que viven en las zonas más frondosas estarán expuestas a un riesgo menor porque los árboles y las plantas actúan como filtros naturales, eliminando los contaminantes del aire.
Ser físicamente activo también se asoció con un menor riesgo de osteoporosis, posiblemente porque vivir en zonas con espacios verdes ofrece más oportunidades de hacer ejercicio, sugieren los investigadores.
"Los resultados de este estudio constituyen la primera prueba de que el verdor residencial se asocia a una mayor densidad ósea y a un menor riesgo de desarrollar osteoporosis", escriben. "Estos resultados aportan información valiosa sobre el potencial del verde para prevenir la aparición de la osteoporosis y subrayan la importancia del verde urbano para desarrollar estrategias de prevención eficaces".