Rescatan a una mujer tras estar tres días sepultada en una tumba de fibra de vidrio

Después de tres días y medio atrapada bajo tierra en una tumba de fibra de vidrio, la mujer logra salir viva. Un relato de supervivencia extrema que desafía la lógica y revela una fuerza extraordina.

 Arrastrándose fuera de la tierra. (photo credit: lindseydyerphotography. Via Shutterstock)
Arrastrándose fuera de la tierra.
(photo credit: lindseydyerphotography. Via Shutterstock)

En 2006, Gary Steven Krist fue arrestado nuevamente en Alabama por intentar traficar cocaína y transportar inmigrantes ilegales. Krist fue el cerebro detrás del secuestro en 1968 de Barbara Jane Mackle, estudiante universitaria y heredera de 20 años.

El 17 de diciembre de 1968, Barbara fue secuestrada y enterrada viva en un ataúd en Georgia. A pesar de soportar tres días y medio bajo tierra, sobrevivió. En el momento de su secuestro, Barbara era estudiante de la Universidad de Emory en Atlanta. Estaba hospedada en un pequeño motel en Decatur, Georgia, con su madre, Jane Mackle, antes de regresar a casa para las vacaciones de Navidad.

Sintiéndose mal en clase una semana antes de Navidad, Barbara llamó a su madre para que la recogiera temprano para las vacaciones. A las 4 de la mañana, un hombre llamó a la puerta de su habitación de motel, se identificó como un detective y dijo que tenía información sobre un accidente automovilístico en el que estaba involucrado un hombre, lo que Barbara y Jane pensaron que se refería a Robert Mackle, padre de Barbara. En un acto de confianza, Jane abrió la puerta, pero se encontró con un hombre enmascarado con una escopeta y otra persona con un pasamontañas.

Los intrusos eran Gary Steven Krist, un exconvicto fugitivo, y su cómplice, Ruth Eisemann-Schier, una estudiante graduada de biología marina. Krist atacó a Jane inmediatamente, dejándola inconsciente con cloroformo y atándole las manos y los pies. Agarró a Barbara del brazo y la arrastró fuera de la habitación, ordenándole, "No hagas ruido", mientras le apuntaba con un arma.

Barbara fue forzada a entrar en un oscuro automóvil que esperaba en el estacionamiento y fue trasladada 30 millas al norte de Atlanta por sus secuestradores. En una zona remota del condado de Gwinnett, Georgia, Krist y Eisemann-Schier la colocaron dentro de una caja parecida a un ataúd de fibra de vidrio con dos tubos de aire flexibles, una ración de comida, agua y sedantes. Le ordenaron entrar en silencio. Dentro de la caja, Krist tomó una cámara y tomó una última fotografía de ella, en la que sostenía un letrero con la palabra "SECUESTRADA". Esta fotografía era la prueba que Krist enviaría a su familia para exigir un rescate de $500,000 a su padre, Robert Mackle.

La familia Mackle, jefes de la Deltona Corp., una empresa de desarrollo con sede en Florida que supuestamente valía $65 millones en 1968, se movió en silencio, siguiendo cada instrucción de los captores. El FBI movilizó agentes en Georgia y Florida casi de inmediato para encontrar a Barbara, intensificando sus esfuerzos a medida que desentrañaban el meticuloso plan de los secuestradores.

Durante su tiempo bajo tierra, Bárbara gritó desesperadamente durante mucho tiempo pero luego intentó mantener la calma, repitiendo visiones de la próxima mañana de Navidad con su familia para mantenerse enfocada en sobrevivir. Se repetía a sí misma: "Si alguien me encuentra, seré libre", tratando de aferrarse a cualquier pensamiento que mitigara el miedo. Con la tenue linterna que le dejaron, a veces se guiaba por las manecillas del reloj, midiendo el paso de las horas. Su único consuelo era el ligero flujo de aire que penetraba a través de los tubos de ventilación. Este frágil alivio la mantenía consciente pero al borde de la desesperación.

Después de tres días, la ubicación de Bárbara fue descubierta después de que Krist y Eisemann-Schier recibieran con éxito el rescate de $500,000 y llamaran al FBI, proporcionando coordenadas aproximadas para encontrarla. En una carrera contra el tiempo, agentes se dirigieron al bosque en el condado de Gwinnett, un área densa y solitaria donde el tiempo parecía haberse detenido. En las primeras horas del 20 de diciembre de 1968, los equipos de rescate comenzaron a cavar con las manos desnudas y herramientas improvisadas en el punto indicado. Ochenta y tres horas después del secuestro, finalmente se descubrió la tapa de la caja.

Bárbara emergió de su tumba de fibra de vidrio con la cara cubierta de tierra; sus ojos apenas podían ajustarse a la luz. Murmuró: "Estoy bien", en un intento por calmar a los rescatistas que la miraban, incrédulos ante su resistencia. Fue encontrada viva y sin lesiones visibles, aunque estaba exhausta y tenía una mirada vacía. Había sobrevivido gracias a una fortaleza mental inquebrantable y a la esperanza de reunirse con su familia en Navidad.

Gary Steven Krist fue capturado en la costa de Florida en una lancha rápida que compró con parte del rescate, llevando consigo 480.000 dólares del mismo. Krist fue condenado a cadena perpetua pero fue liberado bajo libertad condicional después de cumplir solo diez años. Tras su liberación, estudió medicina y ejerció como médico general en Indiana hasta 2003, cuando perdió su licencia médica por omitir su historial de secuestro. En 2006, Krist fue arrestado nuevamente en Alabama por intentar traficar cocaína y transportar inmigrantes ilegales.

Ruth Eisemann-Schier fue arrestada meses después de que se encontraron sus huellas dactilares en un hospital en Oklahoma, donde solicitó un trabajo mientras intentaba iniciar una nueva vida con una identidad falsa. Fue deportada de vuelta a Honduras, su país de origen, después de cumplir su condena.

En su libro "83 horas hasta el amanecer", publicado en 1971, Barbara contó su experiencia. Escribió: "El sonido de la tierra seguía alejándose. Finalmente, no podía escuchar nada más arriba. Grité por mucho tiempo después de eso". Rara vez hizo apariciones públicas en las décadas posteriores al secuestro, eligiendo una vida lejos de los reflectores y distanciándose de la atención de los medios.

Hoy en día, Barbara vive discretamente, lejos de los medios y de la prominencia que el crimen le otorgó involuntariamente.

Fuentes: Infobae, BioBioChile

Este artículo fue escrito en colaboración con la empresa de inteligencia artificial generativa Alchemiq.