Cada año, la Sinfonietta de Ra'anana dedica un concierto al nuevo talento. Este año, el director Maayan Franco y el pianista Nadav Ein-Gal compartieron interpretaciones impresionantes que claramente los marcaron como "estrellas del futuro".
Franco nació y se educó en Israel, comenzó sus estudios musicales en el Conservatorio de Givatayim y en la Escuela de Artes Thelma Yellin en Tel Aviv, y es ganador de premios y reconocimientos internacionales. Actualmente, reside en Berlín y tiene acceso conveniente a las mejores orquestas de Europa, donde es un invitado frecuente. Divide su tiempo entre dirigir óperas, promover música nueva y realizar conciertos sinfónicos.
El programa de la Sinfonietta de Ra'anana comenzó con la Obertura de Hamlet, un poema sinfónico del compositor y famoso pianista Franz Liszt cuyo objetivo era transmitir el estado de ánimo general de la historia de Hamlet. Ofrece al oyente una partitura de colores tonales que evocan imágenes sonoras de la vida de Hamlet llena de pruebas y el amor no correspondido por Ofelia. El palé musical, el leitmotiv cojeante recurrente y su exigencia general de precisión rítmica y expresión emotiva fueron claramente demostrados por la orquesta.
Las habilidades de Liszt exhibidas a través de solos de piano
El lado técnicamente brillante y emocionalmente evocador de las habilidades de Liszt fue exhibido por el solista de piano Ein-Gal. Desde el momento en que el joven pianista levantó los brazos, se podía sentir su fuerza, musicalidad y concentración. A medida que continuaba a través de las complejidades y bellezas del Concierto No. 2 en La mayor de Liszt, prestaba mucha atención a ser parte de la orquesta en la creación musical general. Al mismo tiempo, mostraba disfrute en su dominio de los momentos de pura belleza.
Los "fuegos artificiales" de Liszt fueron seguidos por la suite orquestal Pelleas y Melisande de Jean Sibelius. El compositor finlandés anotó esta pieza en varios movimientos cortos para orquesta de cámara, cada uno evocando un estado de ánimo diferente asociado con la historia.
Comienza con los sonidos característicos del compositor, las densas sonoridades de las cuerdas, y continúa destacando la virtuosidad del concertino, el primer violonchelista, las maderas y la adición del sonoro corno inglés.
El Maestro Franco manejó los cambios dramáticos de cada movimiento con habilidad y claridad. En el movimiento final, que retrata la muerte de Melisande, llevó la música a un cierre que fue un sueño. Franco es un director que no interfiere con la música. Sus gestos son decisivos y precisos y al mismo tiempo fluidos y emotivos. De suma importancia, él permite que la música cuente su propia historia.