La anticipación en los pasillos llenos de la Yeshivá Mir era palpable. Los estudiantes llenaban cada espacio disponible, desde la sala de estudio hasta las escaleras, derramándose en los patios. El rabino Dov Lando, una figura imponente en el mundo jaredí, tomó su lugar en el podio para su discurso anual de los Diez Días de Arrepentimiento. El peso de la tradición se sentía fuertemente en el aire. Como líder de la prestigiosa Yeshivá Slabodka, las palabras del rabino Lando tienen un enorme influencia, y esta noche no sería diferente. Comenzó, como se esperaba, con una declaración firme y familiar: “Ningún estudiante de yeshivá, ningún avrej (estudioso de la Torá casado), irá al ejército, bajo ninguna circunstancia."
Pero para aquellos que escuchaban atentamente, algo sobre el discurso se sentía diferente. Aunque el mensaje del rabino parecía inalterado, las sutilezas eran imposibles de ignorar. El discurso no era solo sobre mantener a los estudiantes de yeshivá fuera del ejército; se trataba del terreno cambiante bajo sus pies. El silencio del rabino sobre aquellos fuera de la yeshivá —aquellos que trabajan ilegalmente o se mantienen al margen— era revelador. Sin hacerlo explícito, el mensaje era claro: si no estás en la yeshivá, tal vez sea hora de que sirvas.
Fuentes dentro de la comunidad jaredí han escuchado sentimientos similares de otros rabinos mayores. Aunque todavía con cautela, estos líderes están reconociendo silenciosamente una realidad que muchos han resistido durante mucho tiempo: aquellos que no están completamente comprometidos en el estudio de la Torá podrían tener un papel diferente que desempeñar en la sociedad israelí. Esto no es una gran proclamación, sino un cambio sutil y significativo en el pensamiento.
Durante décadas, el liderazgo jaredí ha sido firmemente contrario al servicio militar para sus jóvenes, insistiendo en que el estudio de la Torá es su mayor deber. Sin embargo, en su discurso, la decisión del rabino Lando de no abordar a aquellos fuera del marco de la yeshivá insinúa una postura en evolución. Esta omisión silenciosa podría señalar el comienzo de un cambio histórico, un reconocimiento de que aquellos que no están inmersos en el estudio de la Torá a tiempo completo pueden tener la responsabilidad de servir en las FDI o contribuir al estado de alguna otra manera.
"Rezamos y esperamos que el Todopoderoso no ponga obstáculos en nuestro camino... pero nadie va [al ejército]", dijo el rabino Lando. Sus palabras estaban dirigidas a los estudiosos dedicados de la yeshivá. Sin embargo, en su silencio sobre aquellos en los márgenes, el rabino dejó una puerta abierta para nuevas posibilidades. La idea de que no todos los hombres jaredíes están destinados a permanecer indefinidamente en la yeshivá, y que algunos pueden ser llamados a servir, marca un cambio sutil pero profundo.
Reconsiderando posiciones arraigadas
Esto no es una revolución, pero es el comienzo de una evolución. Figuras senior Haredi están empezando a reconsiderar posiciones arraigadas, permitiendo que el cambio suceda de manera tranquila y orgánica. Mientras la sociedad israelí observa, es importante entender que estos cambios no vendrán con anuncios estridentes o resultados inmediatos. Pero están ocurriendo.
En lugar de resistirse o forzar estos cambios, hay sabiduría en dejar que se desarrollen a su propio ritmo. La comunidad Haredi se está adaptando a nuevas realidades, y su relación con el estado está entrando en un territorio inexplorado. Lo que escuchamos en el discurso del Rabino Lando puede ser el primer indicio de esa nueva dirección.