Esta es una oportunidad para que reflexionemos nuevamente sobre el largo y complicado viaje que hemos emprendido como pueblo de Israel y para encontrar inspiración, consuelo y esperanza en nuestra historia.
A medida que se acerca la Pascua, los judíos de todo el mundo se preparan para reunirse alrededor de sus mesas de Seder. Esta antigua tradición, transmitida de generación en generación, adquiere un profundo significado este año en medio de los desafíos complejos que enfrenta Israel y la judería mundial. En tiempos de dificultad, la esencia de la festividad, arraigada en la continuidad y la unidad, resuena más profundamente que nunca.
La guerra que estalló el 7 de octubre agudiza el sentimiento que late en los corazones de los judíos, en Israel y en todo el mundo, que se ven a sí mismos tanto como víctimas de las atrocidades como soldados en el frente de batalla.
Este sentimiento de estar unidos en nuestro destino también se agita dentro de muchos judíos ante el aumento mundial del antisemitismo que amenaza la paz y la seguridad de los judíos en todo el mundo.
Sobre todo, en el momento en que nos sentamos a la mesa del Seder y marcamos la transición que hicieron nuestros ancestros de la esclavitud a la libertad, recordaremos que 133 israelíes siguen siendo retenidos por Hamas y otras organizaciones hostiles en Gaza, en condiciones insoportablemente difíciles.
El refrán eterno, "En cada generación, una persona está obligada a verse a sí misma como si hubiera salido de Egipto", subraya la relevancia perdurable de la narrativa del Éxodo. Hoy, mientras persisten los conflictos y el antisemitismo aparece globalmente, esta historia compartida nos une en nuestras luchas y aspiraciones.
Pensando en el futuro, mientras confiamos en el pasado
La libertad es el corazón latiente de la Pascua. Recordamos y mencionamos el Éxodo de Egipto, el viaje de la esclavitud a la libertad y el pacto entre el Santo Bendito y el pueblo de Israel. Este recuerdo nos da fuerzas para enfrentar dificultades y desafíos y nos recuerda nuestro destino único como pueblo.
De hecho, precisamente en estos tiempos difíciles, la Pascua adquiere un significado aún más profundo. Esta es una oportunidad para que reflexionemos una vez más sobre el largo y complicado viaje del pueblo de Israel, y para encontrar inspiración, consuelo y significado.
De muchas maneras, el recuerdo de la Pascua está arraigado en nosotros desde la infancia y está diseñado para brindarnos fuerza. Al igual que el recuerdo del Holocausto y el heroísmo en nuestro tiempo, el recuerdo nos da inspiración, sirve como guía y nos proporciona consuelo. Fortalece nuestros espíritus en tiempos difíciles a través del paralelo entre la historia bíblica y el mito histórico y los eventos difíciles por los que hemos pasado y todavía estamos obligados a atravesar, como pueblo, como país y como sociedad.
La conclusión encarnada en la historia es clara: no debemos perder la esperanza.
Siempre debemos apuntar hacia adelante, aprender del pasado y unirnos como pueblo. La historia del pueblo judío, incluso antes de llegar a la tierra de Israel, nos enseña a pensar en conceptos de futuro, mientras confiamos en el pasado. Continuar contando la historia de lo que hemos pasado y encontrar fuerzas para la continuidad, la acción, la construcción y la renovación, trabajando en beneficio de nuestra comunidad y para las futuras generaciones.
Y de hecho, celebramos la Pascua, la fiesta de la libertad, como se cuenta cada año en nuestro Seder, y en unas pocas semanas, celebraremos el Día de la Independencia de Israel, Yom HaAtzmaut, cuyo motivo clave, encarnado en el himno nacional, Hatikvah, es "ser un pueblo libre en nuestra tierra".
Unidad y Recuerdo
La Pascua también es una fiesta de unidad. Nosotros, los judíos en Israel, junto con nuestros hermanos y hermanas en la diáspora, compartimos la misma historia, el mismo patrimonio y las mismas creencias. Sin embargo, la obligación de actuar y fortalecer la conexión y la responsabilidad mutua de los judíos en todo el mundo no se aplica solo en días festivos, sino durante todo el año. Fortalecer la conexión entre Israel y la diáspora es una condición necesaria para preservar la tradición judía y transmitirla a las futuras generaciones.
La Pascua también sirve como testimonio de la resistencia del pueblo judío. Desde las profundidades de la desesperación hasta las alturas de la libertad, nuestra historia colectiva encarna el triunfo del espíritu humano. En medio de la incertidumbre, encontramos consuelo en los valores perdurables que nos guían hacia adelante.
La Pascua trasciende las fronteras geográficas, uniendo a los judíos de todo el mundo en una celebración compartida de identidad y herencia. Más allá de la temporada de vacaciones, fomentar conexiones entre Israel y la diáspora sigue siendo esencial para preservar nuestro legado colectivo.
La historia del Éxodo sirve como un faro de esperanza para las futuras generaciones. Al inculcar un sentido de orgullo y resistencia en nuestros hijos, aseguramos que la llama de nuestro patrimonio continúe ardiendo con fuerza.
Unidos somos más fuertes
Mientras nos embarcamos en el viaje de la Pascua una vez más, saquemos fuerzas de nuestra historia compartida y nuestro compromiso mutuo. En la unidad reside nuestra mayor fortaleza, empoderándonos para superar cualquier obstáculo y escribir el próximo capítulo de nuestra historia colectiva.
Continuaremos contando la historia, sacando inspiración de ella, pero miraremos hacia adelante con todas nuestras fuerzas, con el objetivo de trabajar juntos, desarrollar la economía y la sociedad en Israel, fortalecer la seguridad y trabajar por la paz, y no permitiremos que ninguna fuerza externa hostil nos destruya. Cada pueblo que fue destruido será restablecido, toda la infraestructura que fue dañada será mejorada y cada alma herida será sanada. Con la reconstrucción del país, encontraremos consuelo.
Sabemos que el camino no siempre es fácil, pero también sabemos que Unidos somos más fuertes y que juntos podemos ser victoriosos sobre cualquier desafío.
Mientras nos reunimos en nuestras mesas de Seder, no solo recordamos el pasado, sino que también miramos hacia adelante con optimismo y determinación. Así como la primavera renueva al mundo natural, la Pascua rejuvenece nuestros espíritus y reafirma nuestro compromiso de construir un futuro más brillante.
El autor es el presidente del Congreso Judío Mundial (WJC) Israel