Ahora que nuestro querido país, Israel, cumple 76 años mientras hace la guerra contra Irán y sus apoderados Hamás, Hezbolá y los Houthis, es fácil ceder a la depresión y olvidar las cosas buenas de nuestras vidas. Siempre envidié a los estadounidenses que celebraban su fiesta de Acción de Gracias, que nunca formó parte de nuestra tradición en mi Australia natal. Sin embargo, siempre me ha parecido maravillosa. Originalmente comenzó como un día de agradecimiento por la bendición de la cosecha del año anterior. Los peregrinos que emigraron de Inglaterra en la década de 1620 llevaron la tradición consigo a Nueva Inglaterra. Solía leer sobre el desfile de Macy’s en Nueva York, la deliciosa comida – pavo con salsa de arándanos, tarta de calabaza – y las reuniones familiares, y deseaba tener algo parecido para celebrarlo.
Me pregunto quién recuerda de su infancia una serie de libros sobre Pollyanna. Aunque Eleanor H. Porter publicó los libros en Estados Unidos en 1913, seguían siendo tremendamente populares cuando yo era niña, décadas después. Pollyanna era una huérfana de 11 años que era la eterna optimista, incluso cuando vivía con su estricta y poco sonriente tía solterona. Conseguía alegrarse y dar las gracias por las cosas más horrendas. Las fans de la niña crearon Glad Clubs por todo Estados Unidos, e incluso en Australia, donde yo vivía. Nunca me uní porque cuando Pollyanna se alegró de haberse roto una pierna y de que le dieran muletas en lugar de la muñeca que tanto ansiaba, se volvió demasiado golosa para mí.
Pero parece que algo de la alegría se ha quedado. Ciertamente, al despertar cada mañana, a mi avanzada edad, siempre me alegro y doy gracias por otro día. Los judíos ortodoxos dan las gracias después de cada comida y recitan bendiciones por muchas cosas buenas a lo largo del día. En la cultura asiática, inclinarse es una forma de dar las gracias, igual que los hindúes, que juntan las palmas de las manos, se las llevan a la cara y asienten con la cabeza. En Bali, los pescadores celebran la Fiesta de la Lombana para dar gracias al mar. En todos los casos, el mensaje subyacente es dar gracias por lo maravillosa, sorprendente y milagrosa que es la vida, en la que cada nuevo día es una oportunidad para la plenitud, la amistad y la felicidad.Uno no puede evitar sentirse feliz y agradecido por el cielo azul y el sol; por las olas interminables del océano que llegan a la orilla; por las gotas de rocío en el corazón de una rosa; por las estrellas esparcidas como diamantes por el cielo nocturno; por los árboles que se visten de nuevo de verde al acercarse la primavera.
La falta de gratitud provoca traumas e infelicidad
Dar las gracias puede ser un arma secreta y una herramienta para proteger la estabilidad mental y promover la salud. Una gran parte de los traumas y la infelicidad de la vida moderna se debe a una simple falta de gratitud. El hecho de la vida en sí es suficientemente sorprendente. Sólo nos volvemos infelices cuando nos dejamos llevar por la cultura del "yo", del "merezco más", del "quiero algo a cambio de nada" y del "quiero una compensación".Contar nuestras bendiciones es la mejor manera de evitar el ensimismamiento que puede llevarnos a una vida insatisfecha, a una depresión grave e incluso a un colapso emocional o físico.
Dar las gracias forma parte del instinto de supervivencia porque es útil y vital estar agradecidos por el mundo que nos rodea. Ayuda a mantener el equilibrio en el pegajoso fango de la vida cuando hay problemas, pérdidas o tristezas que nos acosan a todos en algún momento. Sin embargo, siempre hay algo por lo que alegrarse. Hay muchas estrategias para mantenerte optimista. Reserva sólo 10 minutos al día para centrarte en las cosas buenas de tu vida. Si quieres, haz una lista. Es una técnica eficaz para levantar el ánimo.
Saborea el simple hecho de estar vivo. Acuérdate de los millones de personas que están peor que tú en los países del tercer mundo. Tenemos comida, agua y cobijo, y estas cosas nunca deben darse por sentadas.
Muestra tu agradecimiento a la familia y a los amigos que siempre están ahí para ti. Da las gracias a menudo, por ejemplo al conductor del autobús que te deja bajar en tu parada. Compre unas bonitas tarjetas de agradecimiento y envíelas a los amigos que se lo merezcan. Es una forma poderosa y emotiva de dejar claras las cosas realmente importantes de tu vida.
Compararnos con la gente que tiene más es una receta para la miseria. Recuerde que la envidia es uno de los siete pecados capitales, y nunca se ha demostrado que el dinero aumente la felicidad. Disfruta de los pequeños placeres de la vida... una taza de té, un trozo de chocolate, unas sábanas recién lavadas, un capullo que florece en tu jardín, la bendición del agua caliente. Sé consciente de ellos en lugar de considerarlos triviales. Por último, pon las cosas en su justa medida. Contar tus bendiciones te ayudará cuando tengas que enfrentarte a dificultades. Verás el panorama completo y descubrirás que tienes más a tu favor de lo que nunca imaginaste. ■
Dvora Waysman es autora de 14 libros. Puede ponerse en contacto con ella en dwaysman@gmail.com.