La CIJ condena a Israel mientras ignora la complejidad del conflicto y los ataques a Tel Aviv

Los asentamientos israelíes son barreras cruciales contra agresiones vecinas. Descubre por qué son esenciales para la seguridad y la paz en una región en constante conflicto.

 Presidente de la CIJ Juez Nawaf Salam (photo credit: Courtesy)
Presidente de la CIJ Juez Nawaf Salam
(photo credit: Courtesy)

Imagínese esto: Un juez en La Haya, sorbiendo café y hojeando una pila de documentos, mientras un avión no tripulado yemení houthi se estrella contra un edificio de Tel Aviv, matando a un ciudadano israelí e hiriendo a 10. El viernes por la mañana, mientras estos jueces sorbían sus expresos, en un ambiente sereno previo a una vista inútil, Líbano lanzaba misiles contra ciudades israelíes y Hamás persistía en ocultar a 120 rehenes israelíes dentro de sus túneles subterráneos. Las cafeterías de Tel Aviv cerraron debido a la amenaza terrorista.

El Tribunal Internacional de Justicia (TIJ ) declaró ilegales, según el derecho internacional, los asentamientos israelíes en Cisjordania y Jerusalén Este. Jueces de la CIJ, ¿se dan cuenta de que están apoyando a una organización terrorista con esta sentencia?

Empecemos por las omisiones flagrantes. La CIJ olvida convenientemente el lío histórico y jurídico que es el conflicto palestino-israelí. Cisjordania y Jerusalén Este, capturadas por Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967 -una guerra defensiva- nunca fueron territorios palestinos soberanos. Pero, ¿para qué molestarse en esos detalles cuando se pueden hacer declaraciones arrolladoras desde la comodidad de La Haya? ¿Prefiere que sus juicios se basen más en la conveniencia que en los hechos?

La CIJ también parece tener una memoria selectiva en lo que respecta a las cuestiones de seguridad. Los asentamientos israelíes actúan como amortiguadores cruciales contra el tipo de agresiones que suelen producirse cuando tus vecinos no te envían precisamente cestas de fruta. Judea y Samaria han sido caldo de cultivo de ataques terroristas contra civiles israelíes.

Sugerir que Israel desmantele estos asentamientos sin garantías de seguridad es como decirle a alguien que se quite un chaleco antibalas en medio de un tiroteo. ¿Cree que Israel debería comprometer su seguridad por una fantasía romántica?

Three people were lightly wounded following a shooting attack in the West Bank. (credit: MAGEN DAVID ADOM)
Three people were lightly wounded following a shooting attack in the West Bank. (credit: MAGEN DAVID ADOM)

Y luego está la conexión histórica. Los vínculos judíos con Jerusalén Este, donde se encuentran los lugares más sagrados del judaísmo, se remontan a miles de años. Pero la CIJ lo ignora como si fuera un molesto anuncio emergente. Reducir milenios de presencia judía a una mera disputa política es un insulto a la historia y al sentido común. ¿En serio se desprecia tanto la herencia milenaria de un pueblo?

¿Por qué da a conocer ahora su opinión la CIJ?

La oportunidad de esta declaración de la CIJ es tan impecable como siempre. Hecha en medio de tensiones exacerbadas, es casi como si el tribunal quisiera echar gasolina al fuego. ¿Intenta deliberadamente agravar la situación?

Israel es condenado por los órganos de la ONU con más frecuencia que un mal restaurante en Yelp. Este constante ataque al Estado judío socava la credibilidad de la ONU y, por extensión, de la CIJ. Pero, ¿quién necesita credibilidad cuando se tiene política? ¿Disfrutas convirtiendo asuntos legales graves en un circo?

La sentencia de la CIJ es sólo el último ejemplo del pasatiempo favorito del mundo occidental: abandonar a Israel cuando más le conviene.

Durante la Guerra del Yom Kippur de 1973, las naciones occidentales se tomaron su dulce tiempo enviando ayuda mientras Israel se enfrentaba a ataques coordinados. La ayuda no llegó hasta que se produjeron numerosas bajas. ¿Es aceptable retrasar la ayuda necesaria hasta después de que se haya causado tanto daño?

Luego, en 2015, Occidente no pudo firmar el acuerdo nuclear con Irán lo suficientemente rápido, ignorando las legítimas preocupaciones de seguridad de Israel. Dieron prioridad al apaciguamiento frente a las amenazas reales a la existencia de Israel: ¿qué podía salir mal? ¿Se sienten cómodos dando poder a regímenes que piden abiertamente la destrucción de Israel?

La Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU de 2016 fue otro ejemplo clásico. La abstención de la administración Obama en una resolución que declaraba los asentamientos israelíes una violación del derecho internacional fue otro caso en el que la conveniencia política triunfó sobre la defensa de los aliados.

¿Cree que abandonar a los aliados es una buena estrategia?

¿Y quién puede olvidar la Conferencia de Durban de 2001? Lo que se suponía que iba a ser una conferencia sobre el racismo se convirtió en un festival de ataques a Israel, sin que los países occidentales hicieran nada para detener la locura. Todo ello sentó las bases para la unilateralidad de la sentencia de la CIJ. ¿Aprueba usted tales espectáculos tendenciosos bajo el disfraz de la diplomacia internacional?

Estos ejemplos muestran una tendencia inquietante: cuando cambian los vientos políticos, Occidente se apresura a tirar a Israel debajo del autobús, dando prioridad a las ganancias a corto plazo sobre un enfoque equilibrado de la paz y la seguridad en Medio Oriente. ¿No ve el peligroso precedente que esto sienta para la diplomacia mundial?

La opinión consultiva de la CIJ sobre los asentamientos israelíes tiene menos que ver con el derecho y más con la política. Desestima las complejidades históricas, jurídicas y de seguridad del conflicto palestino-israelí, reforzando los prejuicios internacionales contra Israel.

La verdadera paz requiere negociaciones directas entre Israel y los palestinos, libres de presiones externas y opiniones judiciales sesgadas. Hasta que eso ocurra, podemos esperar más de lo mismo de la CIJ y su calaña.