La pregunta más apremiante tras el reciente ataque de Israel a Irán es: ¿Responderá Irán, y en caso afirmativo, cómo?
La respuesta probable es que Irán no responda, por varias razones objetivas. Entre ellas destaca la evidencia que sugiere que se hicieron extensos arreglos previos antes del ataque israelí, con Irán siendo informado del ataque y sus objetivos previstos, según fuentes informadas estadounidenses que hablaron con Axios.
Estos arreglos contradicen las intenciones israelíes, ya que el ministro de Defensa Yoav Gallant buscaba un ataque "letal, preciso y sorprendente". El papel estadounidense en estos acuerdos es evidente, haciéndolos parte de un acuerdo implícito en el cual Irán se abstiene de tomar represalias.
El factor crítico para mantener estos acuerdos radica en la adherencia de Israel a la lista de objetivos pre comunicados. Las pérdidas iraníes parecen haber sido limitadas a instalaciones militares, lo que evita cualquier vergüenza para el régimen iraní en caso de que opte por no responder.
Esta situación permite a ambas partes reclamar el logro de sus objetivos y declarar la victoria psicológica.
Esto se evidencia aún más por el notable bloqueo mediático de ambas partes, con la información siendo liberada de manera tan selectiva que la naturaleza de los ataques queda poco clara: si fueron realizados por aviones o misiles, y si fueron lanzados desde dentro o fuera del espacio aéreo iraní.
Este ataque ha restaurado efectivamente el equilibrio de poder y las normas de compromiso que históricamente han regido su conflicto. Aunque esta posición estratégica puede no alinearse con los objetivos actuales del gobierno israelí - de hecho, representa una oportunidad perdida para enfrentar a Irán en su posición regional e internacional más débil - el gobierno de Netanyahu parece haber optado por restringir a los aliados regionales de Irán mediante la eliminación de líderes terroristas de Hezbollah y Hamas. Al hacerlo, Israel ha mantenido su sólida alianza con Estados Unidos, que se había opuesto firmemente a provocar una guerra regional en vísperas de las elecciones presidenciales estadounidenses.
Se espera que ahora Israel gire hacia la guerra cibernética o la guerra híbrida como estrategias más efectivas y menos costosas para contrarrestar las amenazas iraníes.
Los israelíes en un estado de alerta perpetua
A pesar de la superioridad cualitativa de Israel en capacidades de misiles y aire, el gobierno de Netanyahu reconoce la sensibilidad doméstica y el desafío de mantener a los israelíes en un estado de alerta perpetua debido a las amenazas iraníes en curso.
Factores adicionales sugieren que Irán no responderá. Teherán reconoce que el ataque limitado israelí puede estar intentando provocar una respuesta que justifique la expansión del conflicto. La estrategia del régimen iraní en tales situaciones es evitar la trampa, especialmente dado que el ataque israelí fue proporcional a las acciones anteriores de Irán y no causó daños importantes a las instalaciones militares iraníes.
Además, la estrategia fundamental de Irán se basa en la guerra por poderes en lugar de la confrontación directa, lo que significa que mantiene la opción de responder a través de sus intermediarios en Líbano, Yemen e Irak. El régimen iraní prioriza la preservación de su red de intermediarios regionales, centrándose en la desescalada y evitando su pérdida total, en lugar de igualar el patrón de ataques y contraataques de Israel.
Una consideración doméstica crucial es la opinión pública iraní. El ataque israelí fue imperceptible para el pueblo iraní y no causó pérdidas visibles. En consecuencia, la estatura del régimen de línea dura permanece intacta, preservada por la naturaleza limitada de lo que efectivamente fue el primer ataque directo reconocido de Israel contra Irán.
Probando las capacidades de defensa aérea iraníes
El ataque principalmente puso a prueba las capacidades de defensa aérea iraníes sin enfrentarlas directamente, permitiendo al régimen iraní afirmar éxito en disuadir un mayor asalto israelí. Por otro lado, Israel puede afirmar éxito en penetrar el territorio iraní con aviones, misiles y drones a pesar de la negativa de los estados del Consejo de Cooperación del Golfo a permitir el uso de su espacio aéreo. Israel también puede argumentar que el ataque ha roto una barrera psicológica de larga data entre los dos países, haciendo que futuras operaciones sean más factibles.
En conclusión, el ataque ha mantenido el equilibrio estratégico entre Irán e Israel, permitiendo a ambas partes un respiro y reclamar la victoria. Esto hace que una respuesta iraní sea altamente improbable, si no imposible.
Sin embargo, la guerra psicológica, las declaraciones de propaganda y las amenazas mutuas probablemente continuarán, ya que tales confrontaciones verbales se encuentran dentro de los parámetros aceptables de su relación. A pesar de las declaraciones preventivas de funcionarios iraníes, incluida la afirmación del portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Ismail Baqai, de que "Cualquier agresión del régimen israelí contra Irán será respondida con toda la fuerza", y el informe de The New York Times de que el Líder Supremo, el Ayatolá Ali Jamenei, ordenó la planificación militar para posibles respuestas, estas medidas se encuentran dentro de los parámetros aceptables de retirada de Irán.
El alcance limitado del ataque israelí, que solo apuntó a unas pocas bases militares e instalaciones de almacenamiento de armas sin causar daños generalizados o víctimas, no requiere una respuesta iraní. De hecho, una respuesta de este tipo probablemente le daría a Israel la oportunidad que originalmente buscaba para destruir objetivos estratégicos, una acción que Estados Unidos había evitado previamente.
El escritor es un analista político de los Emiratos Árabes Unidos y ex candidato al Consejo Nacional Federal.