Hace cuatro años, me encontraba observando la firma de los Acuerdos de Abraham con optimismo cauteloso. ¿Podría la paz realmente arraigarse en el Medio Oriente? Quería creer en la visión presentada, una oportunidad para que adversarios de larga data construyeran puentes, no solo por gestos simbólicos, sino por seguridad genuina, estabilidad y prosperidad. Ahora, al observar el panorama actual, estoy convencido de que el éxito de los Acuerdos de Abraham es solo el comienzo.
Necesitamos un Acuerdo de Abraham 2.0, y la urgencia nunca ha sido tan palpable. Hoy en día, la influencia de Irán en la región se ha intensificado hasta un punto que exige una respuesta decisiva. Ha extendido su poder a través de Líbano, Siria, Irak y Yemen, armando milicias, grupos proxy y terroristas, desestabilizando países en todo el Medio Oriente. Esto no se trata solo de rivalidades o tensiones regionales; se trata de supervivencia y seguridad para los países que viven a la sombra de las ambiciones de Irán. Es por eso que creo que los Acuerdos deben expandirse, reuniendo a más naciones en una coalición unificada contra la amenaza de la hegemonía iraní.
A pesar de la guerra en curso en Gaza, los Acuerdos de Abraham se han mantenido firmes. Ningún firmante ha vacilado; no ha cerrado ninguna embajada. Los Emiratos Árabes Unidos, por ejemplo, han declarado públicamente que no tienen intención de cortar lazos con Israel; en cambio, han utilizado su posición en la región para facilitar ayuda humanitaria a los gazatíes, demostrando que la cooperación no se debilita ante los desafíos.
Este es un poderoso mensaje: estas relaciones son resilientes, construidas en intereses mutuos que trascienden las crisis inmediatas. Son precisamente el tipo de alianzas que pueden proporcionar un frente fuerte contra la agresión iraní.
Ahora tenemos una oportunidad, con el regreso anticipado de Donald Trump al cargo. Fue su administración la que ayudó a negociar estos acuerdos históricos, y creo que posee la visión y el compromiso para llevarlos más lejos.
Con Irán volviéndose más audaz, expandir los Acuerdos de Abraham a una fase 2.0 -basada en asociaciones estratégicas de seguridad y cooperación en defensa- podría ser un cambio de juego para toda la región.
Países como Arabia Saudita y Omán, ambos con intereses en contra de Irán, deberían ser incluidos en el grupo. Con su incorporación, no solo tendríamos un conjunto de tratados; tendríamos una coalición con el poder de disuadir y defender.
La pieza faltante: Arabia Saudita
Arabia Saudita es, en muchos aspectos, la pieza faltante. Los beneficios económicos y de seguridad de normalizar los lazos con Israel son claros, pero quizás aún más convincente es el interés compartido en oponerse al avance de poder de Irán. Con Estados Unidos a bordo, un acuerdo Israel-Arabia Saudita podría sentar las bases para una sólida alianza árabe-israelí, una coalición que envía un mensaje claro a Teherán de que sus ambiciones encontrarán una resistencia unida.
La realidad es que la paz y estabilidad en Medio Oriente requerirán más que acuerdos en papel; necesitan ser respaldados por una cooperación significativa y práctica. Ya hemos visto lo que es posible cuando los países trabajan juntos en una defensa real y coordinada: en abril, se informó que Israel, Jordania y Emiratos Árabes Unidos cooperaron para interceptar misiles iraníes dirigidos a Israel. Este es el tipo de alianza de seguridad tangible que los Acuerdos de Abraham 2.0 podrían fomentar. Dejaría claro que Irán no está tratando con jugadores aislados, sino con una fuerza colectiva.
También hemos sido testigos del poder de las alianzas económicas, con el comercio entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos alcanzando casi los $3 mil millones desde la firma de los Acuerdos. Esto no se trata solo de comercio; se trata de crear interdependencia, establecer intereses mutuos que van más allá de la política. Estos lazos en crecimiento -comercio, turismo, innovación- son los pilares de lo que llamo "paz cálida". Hacen que la paz sea duradera, resistente ante las tensiones regionales.
La renovación de los Acuerdos de Abraham sería más que una alianza
Unos Acuerdos de Abraham ampliados no serían solo una alianza; serían un nuevo equilibrio de poder en el Medio Oriente, uno que contrarresta la influencia de Irán con fuerza y cooperación. Para estados árabes y musulmanes, alinearse con Israel no es solo una elección política, es una necesidad estratégica. La sombra de Irán ha sido demasiado larga durante demasiado tiempo, y las apuestas son simplemente demasiado altas para quedarnos al margen.
Con Trump listo para retomar su papel como defensor de estos acuerdos, tenemos una ventana de oportunidad para dar este paso audaz. No se trata solo de defender nuestros intereses; se trata de construir un futuro en el que la sombra de Irán ya no dicte el destino de nuestra región.
Los Acuerdos de Abraham 2.0 no son solo una opción, sino el camino a seguir para un Medio Oriente definido no por la división, sino por un frente unido que pueda garantizar la paz, la seguridad y la fortaleza para las generaciones futuras.
La escritora es una nueva inmigrante de Francia que hizo aliyá en octubre de 2022. Actualmente trabaja como coordinadora de prensa y medios para la Organización Sionista de América, donde aboga por los valores sionistas y apoya iniciativas pro-Israel a nivel mundial.