En un mundo cada vez más dividido por conflictos y malentendidos, los momentos de verdadera solidaridad destacan como faros de esperanza. Tal fue el caso cuando el presidente de Paraguay, Santiago Peña, anunció que la embajada de su país en Israel pronto regresaría a Jerusalén. La declaración, realizada durante la reapertura de la embajada de Israel en Asunción, fue más que una formalidad diplomática: fue una afirmación audaz de amistad y valores compartidos.
Paraguay e Israel han disfrutado durante mucho tiempo de un profundo vínculo, arraigado en el respeto mutuo y aspiraciones comunes. Su asociación se extiende a lo largo de décadas y ha traído beneficios tangibles en áreas como la agricultura, la tecnología y la seguridad. La decisión del presidente Peña de restablecer la embajada en Jerusalén se basa en este legado, reafirmando el compromiso de Paraguay con su aliado en un momento en que tales gestos tienen un peso extraordinario.
Este movimiento también resuena mucho más allá de los límites de las relaciones bilaterales. En el último año, Israel ha enfrentado tanto críticas legítimas como una preocupante ola de retórica antisemita, gran parte de ella velada bajo el pretexto del discurso político. En algunos casos, esta hostilidad ha surgido de altos funcionarios en América Latina. En contraste, el liderazgo del Presidente Peña envía un mensaje poderoso: construir un mundo mejor requiere respetar la historia, fomentar la comprensión y rechazar el prejuicio en todas sus formas.
Más allá del simbolismo
Reestablecer la embajada en Jerusalén es más que un acto simbólico. Subraya un reconocimiento profundo del papel único de la ciudad como el corazón histórico y espiritual del pueblo judío. Es un testimonio de los principios de justicia y verdad, valores que son cada vez más vitales en una era marcada por la desinformación y la división.
La decisión de Paraguay también recuerda a la comunidad que la solidaridad y el coraje son esenciales para abordar los desafíos de nuestro tiempo. Jerusalén no es simplemente un punto en el mapa; representa la identidad y la esperanza de millones. Al reconocer esto, Paraguay no solo está fortaleciendo sus lazos con Israel, sino que también está contribuyendo a un diálogo global centrado en el respeto mutuo y la cooperación.
El anuncio del Presidente Peña merece reconocimiento, no solo por su importancia política, sino también por su claridad moral. En un momento en que apoyar a Israel suele ser politizado, Paraguay ha elegido liderar con convicción, reforzando los ideales de amistad, unidad y coexistencia.
Al devolver su embajada a Jerusalén, Paraguay ha mostrado al mundo lo que significa honrar valores compartidos y verdades históricas. Es un ejemplo que debería inspirar a otros, recordándonos a todos que incluso en los momentos más desafiantes, hay espacio para actos de valentía y gestos de profundo significado.
El escritor es el Vicepresidente Ejecutivo del Congreso Judío Mundial.