Algunos cuestionaron el mérito que tuvo el ex presidente Barack Obama al recibir el Premio Nobel de la Paz en 2009. Aparentemente, se le otorgó no por logros tangibles, sino por la promesa de cambio. En contraste, el trabajo de Donald Trump en los Acuerdos de Abraham se destaca como uno de los avances más significativos en la diplomacia del Oriente Medio en la historia moderna, logrando lo que muchos consideraban imposible: acuerdos de paz entre Israel y sus vecinos árabes. Por este logro innovador, Trump merece el Nobel.
Los Acuerdos de Abraham, firmados en 2020, normalizaron las relaciones entre Israel y cuatro naciones árabes: Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos. Este logro revirtió décadas de animosidad y rompió un estancamiento geopolítico que había persistido desde la fundación de Israel en 1948.
A diferencia de intentos anteriores de paz, que a menudo se basaban en ceses temporales de hostilidades, los Acuerdos de Abraham se basaron en el reconocimiento mutuo, la cooperación económica y los intereses estratégicos compartidos.
Antes de los acuerdos, solo dos naciones árabes - Egipto en 1979 y Jordania en 1994 - habían formalizado la paz con Israel. La administración de Trump triplicó esa cantidad en solo un año.
Los acuerdos crearon vuelos directos, embajadas y asociaciones económicas, demostrando cómo la diplomacia puede sortear tensiones históricas. Para finales de 2022, el comercio entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos solo superaba los $ 2.5 mil millones, un aumento del 234% respecto a los niveles previos a los acuerdos. Esta nueva relación económica creó empleo, fomentó la innovación y alentó a otras naciones a considerar la normalización con Israel.
La importancia de los Acuerdos de Abraham va más allá del beneficio económico. Han remodelado el Medio Oriente, presentando un frente unido contra adversarios comunes como Irán.
Con el reconocimiento mutuo como base, las naciones ahora pueden colaborar en infraestructura, tecnología y seguridad, reduciendo la probabilidad de conflictos. Por ejemplo, los ejercicios militares conjuntos entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos han mejorado los esfuerzos contra el terrorismo y garantizado vías navegables más seguras para el comercio global, mostrando un nivel de cooperación inimaginable hace una década.
Muchos a menudo minimizan el papel de Trump en estos logros, atribuyendo los acuerdos a tendencias preexistentes o cambios regionales. Sin embargo, tales afirmaciones pasan por alto la diplomacia que hizo posibles estos acuerdos.
La administración de Trump utilizó incentivos económicos, como acuerdos de armas y ayuda al desarrollo, para fomentar la normalización. Más importante aún, su enfoque se desvió de los esfuerzos pasados, evitando las negociaciones estancadas entre Israel y los palestinos y en su lugar centrándose en construir la paz con socios árabes dispuestos. Su estrategia fue un riesgo calculado, uno que dio resultados espectaculares.
Trump eclipsa a otros laureados con el Premio Nobel de la Paz
Contraste los logros de Trump con los de líderes anteriores que han recibido el Premio Nobel.
Obama recibió el premio temprano en su presidencia, principalmente por su retórica de esperanza y promesas de fortalecer la diplomacia internacional. Sin embargo, su presidencia vio una expansión de las acciones militares, incluidas intervenciones en Libia y Siria, que dejaron las regiones desestabilizadas, y un aumento drástico en los ataques con drones en todo Oriente Medio, supuestamente resultando en miles de víctimas civiles.
Las contribuciones TANGIBLES de TRUMP a la paz a través de los Acuerdos de Abraham hacen parecer insignificantes las promesas vacías de Obama. Si el Comité Nobel valora la paz, no puede ignorar el éxito de Trump en fomentar la estabilidad en una de las regiones más turbulentas del mundo.
Además, los Acuerdos de Abraham han inspirado conversaciones más amplias sobre la convivencia y la tolerancia. Durante décadas, la hostilidad entre judíos y árabes era la norma. Los acuerdos no solo han demostrado lo contrario, sino que también han facilitado intercambios culturales, con miles de turistas israelíes y árabes visitando los países del otro.
Se han abierto sinagogas en los Emiratos Árabes Unidos y el diálogo interreligioso ha cobrado impulso. A través de la diplomacia de Trump, dos naciones con una historia de tensión centenaria se unieron para lograr la paz.
Los datos subrayan el impacto revolucionario de los acuerdos. En Marruecos, la normalización ha llevado a acuerdos sobre proyectos de energía renovable e innovación agrícola, que son críticos para el crecimiento económico.
La inclusión de Sudán ha abierto caminos para el alivio de la deuda y la inversión internacional, ayudando a estabilizar una nación frágil. En Bahréin, la cooperación en seguridad con Israel ha fortalecido las defensas marítimas en el Golfo Pérsico, una arteria vital para los envíos mundiales de petróleo. Estos logros no son abstractos; son medibles, impactantes y están directamente vinculados a los esfuerzos de Trump.
Mientras algunos pueden señalar la retórica polarizadora de Trump o las controversias domésticas, el Nobel se otorga a individuos u organizaciones que han realizado contribuciones significativas a la paz, como se especifica en el testamento de Alfred Nobel.
El proceso de selección se centra en logros específicos en lugar de una evaluación general de la vida o carrera de un candidato, lo que significa que uno puede ser honrado por una acción o contribución particular, incluso si otros aspectos de su historial son menos loables.
Si el Comité del Nobel busca mantener su credibilidad, debe otorgar el premio basándose en resultados, no en ideología. Los Acuerdos de Abraham han traído una paz tangible a una región definida por la agitación, demostrando que la diplomacia puede persistir sobre la división. Por esta razón, las contribuciones de Donald Trump a la paz en Medio Oriente merecen el reconocimiento de un Premio Nobel de la Paz.
El escritor es un estudiante de Great Neck, Nueva York, apasionado por la defensa y el apoyo a Israel. A través de su escritura y activismo, se enfoca en involucrar a otros en conversaciones significativas sobre la importancia de Israel como patria del pueblo judío y aliado clave de los Estados Unidos.