La escasez de agua, que afecta a más de dos mil millones de personas en todo el mundo, es uno de los desafíos más apremiantes del siglo XXI. El cambio climático, el crecimiento de la población y una gestión deficiente de los recursos agravan la crisis, amenazando la seguridad alimentaria, la salud pública y la estabilidad económica. Para el año 2050, el estrés hídrico podría reducir el PIB en las regiones afectadas hasta un 8% y aumentar los conflictos por recursos, incrementando los riesgos de conflicto.
Asia Central es particularmente vulnerable debido a la grave escasez de agua y sus implicaciones globales. Los recursos hídricos vitales de la región, como el Mar Caspio, el Mar de Aral y los ríos Amu Darya y Syr Darya, se están agotando rápidamente.
Más de 82 millones de personas en Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán dependen de recursos hídricos compartidos para la agricultura, la industria y la vida diaria. El aumento de las temperaturas acelera el deshielo glacial en las montañas Pamir y Tian Shan, amenazando la disponibilidad a largo plazo de agua dulce para países aguas arriba como Kirguistán y Tayikistán. La infraestructura hídrica obsoleta de la era soviética agrava la crisis, causando pérdidas significativas en riego y suministro de agua potable.
La crisis se extiende más allá de la región. El encogimiento del Mar Caspio, por ejemplo, amenaza la biodiversidad y perturba la estabilidad económica, incluyendo la Ruta de Transporte Internacional Transcaspio, un enlace comercial clave entre Asia y Europa.
Por qué es un problema global
La crisis del agua en Asia Central es un problema mundial con serias implicaciones para el comercio, la seguridad alimentaria, la migración y la estabilidad geopolítica. Como un importante productor de cultivos como trigo y algodón, las interrupciones en su suministro de agua podrían elevar los precios globales de los alimentos y empeorar la inseguridad alimentaria a nivel mundial. La competencia por los recursos hídricos compartidos, particularmente entre las naciones aguas arriba y aguas abajo, también aumenta el riesgo de conflictos, amenazando la paz regional.
Esta crisis representa una amenaza geopolítica con ramificaciones globales. La inestabilidad en Asia Central podría perturbar las rutas comerciales y la seguridad en toda la región. China, vecina y un importante socio comercial, podría enfrentar posibles interrupciones en su cadena de suministro, aumento de los costos de los alimentos y una competencia intensificada por el agua, poniendo en peligro su crecimiento económico.
La situación se ve empeorada por el menguante suministro de agua y la creciente desertificación, lo que podría llevar a migraciones masivas, tensionando regiones vecinas y amenazando la estabilidad euroasiática.
Una acción urgente y coordinada es crucial para gestionar los recursos hídricos de Asia Central y mitigar los impactos globales. La colaboración regional y el apoyo internacional son esenciales para garantizar la estabilidad a largo plazo para Asia Central y más allá, como lo destacan iniciativas como la reciente Cumbre del Agua en Riad, que busca acelerar la acción sobre el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 (agua limpia y saneamiento) y discutir soluciones a los desafíos hídricos en preparación para la Conferencia Mundial del Agua de 2026 de la ONU.
Coorganizada por Francia, Kazajistán, Arabia Saudita y el Banco Mundial, esta cumbre reunió a líderes de los tres países, así como a otros representantes gubernamentales y partes interesadas para avanzar en la gestión sostenible del agua.
El presidente Kassym-Jomart Tokayev delineó el enfoque de Kazajistán para abordar los desafíos hídricos globales y regionales. Destacando el compromiso de Kazajistán con el acceso universal al agua limpia, anunció la participación del país en el Desafío Global del Agua Dulce, centrado en garantizar el acceso universal al agua limpia para todos, y propuso una Asociación para la Investigación Global sobre los Glaciares, enfatizando el papel vital que desempeñan los glaciares en el ciclo del agua y la necesidad de una acción colaborativa para prevenir su desaparición. Además, Tokayev anunció planes para organizar una Conferencia Climática Regional apoyada por la ONU en 2026.
Al proporcionar una plataforma para el diálogo y la acción, la Cumbre del Agua hizo hincapié en la necesidad de esfuerzos coordinados para abordar la inseguridad hídrica en Asia Central y más allá. Si bien estos esfuerzos son un buen comienzo, deben ampliarse y fortalecerse para abordar las complejidades de la escasez de agua, salvaguardando tanto la estabilidad regional como global.
Soluciones potenciales
Kazajistán, la nación más industrializada de Asia Central, ha asumido un papel proactivo en la resolución de desafíos ambientales y hídricos. Su Plan de Economía Verde, adoptado en 2013, tiene como objetivo generar el 50% de la energía a partir de fuentes renovables para 2050, mientras que su estrategia de neutralidad de carbono apunta a una reducción del 15% en las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y alcanzar la neutralidad neta para 2060. Estos esfuerzos se complementan con el objetivo de aumentar la participación de las energías renovables en la mezcla energética del 3% al 15% y reducir la participación del carbón del 69% al 40%.
Además, la campaña de plantación de árboles de Kazajistán ha visto la plantación de 843 millones de árboles entre 2021 y 2023, con planes para 2 mil millones más para 2027. Tales iniciativas demuestran cómo los enfoques integrados pueden alinear la gestión del agua con la sostenibilidad ambiental.
Sin embargo, modernizar la infraestructura hídrica de Asia Central es esencial para resolver su crisis hídrica. Abordar el agua no contabilizada (NRW) - pérdidas por fugas, uso ilegal o consumo no facturado - es crítico, ya que hasta un 60% del agua se pierde debido a sistemas obsoletos y una mala gestión. Manila Water redujo el NRW del 63% en 1997 al 12.69% en 2022 a través de mejoras, detección de fugas y reparaciones, ofreciendo un modelo para Asia Central.
La agricultura, que utiliza el 80-90% del agua de la región, debe adoptar prácticas sostenibles. Cultivos como algodón, trigo y arroz dominan, empleando a más del 10% de la población de Kazajistán y al 60% de la de Tayikistán. Tecnologías como el riego por goteo y mejoras en la infraestructura pueden mejorar la eficiencia hídrica sin reducir la productividad.
Iniciativas como el proyecto de irrigación de China en Kirguistán, completado en 2021, demuestran soluciones, beneficiando a 20,000 personas y mejorando el riego en 11,100 hectáreas. La cooperación transfronteriza bajo marcos como la Convención del Agua es crucial para un reparto equitativo del agua a medida que los impactos del clima se intensifican.
Sin embargo, los datos fragmentados obstaculizan respuestas efectivas. El intercambio mejorado de datos en tiempo real a través de iniciativas regionales puede abordar desafíos inmediatos y fortalecer la resiliencia a largo plazo. Las asociaciones público-privadas y las instituciones como el Banco Asiático de Desarrollo y el Banco Mundial desempeñan roles clave en el apoyo a tecnologías de ahorro de agua y en el empoderamiento de las autoridades locales para la gestión sostenible del agua.
La Cumbre del Agua ha demostrado el potencial de la colaboración internacional para abordar crisis hídricas, pero se necesita un mayor compromiso global.
La escasez de agua es un desafío compartido y sus soluciones deben ser igualmente compartidas.
El escritor es investigador en la Sociedad Global de Oxford y analista del podcast The Red Line. Está interesado en conflictos regionales de recursos y gobernanza ambiental en Asia y África.