Las pastillas para dormir son una herramienta efectiva para quienes tienen dificultades para conciliar el sueño. Sin embargo, una nueva investigación ha demostrado que los somníferos comúnmente recetados podrían tener efectos cognitivos negativos en la vida posterior, lo que podría llevar a algunos usuarios a dejar de tomarlos.
Científicos han descubierto recientemente que las pastillas para dormir comunes pueden aumentar significativamente el riesgo de demencia. En su estudio, publicado en la Revista de la Enfermedad de Alzheimer, informaron un aumento del 79% en la probabilidad de desarrollar demencia entre los usuarios regulares de pastillas para dormir.
Los investigadores de la Universidad de California llevaron a cabo el estudio con el objetivo de comprender los efectos de las pastillas para dormir en la cognición de adultos. Querían cuantificar la relación entre el uso de medicamentos para dormir y el riesgo de demencia durante un período de 15 años.
Se hizo un seguimiento a 3,068 adultos sin demencia que vivían de forma independiente, inscritos en un estudio de salud, envejecimiento y composición corporal durante nueve años. La edad promedio de los participantes era de 74 años. Entre las pastillas para dormir utilizadas por los participantes estaban Ambien, así como las de la familia de las benzodiazepinas como Dalmane, Halcion y Restoril.
Prevalencia de las pastillas para dormir y demencia en los Estados Unidos
Según la información más reciente disponible en el sitio web de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., aproximadamente el 8.4% de los estadounidenses tomaron medicamentos para dormir todos los días o la mayoría de los días del año 2020. Las mujeres tenían más probabilidad de tomar pastillas para dormir que los hombres: el 10.2% de las mujeres informaron tomar pastillas para dormir en comparación con el 6.6% de los hombres.
Actualmente se estima que alrededor de 5.8 millones de personas en EE. UU. sufren de la enfermedad de Alzheimer y demencia. Según los CDC, 5.6 millones de ellos son personas de 65 años o más.