La amenaza iraní se está volviendo una realidad: Teherán ha declarado que golpeará a Israel en las próximas 48 horas. Hackers israelíes ya han amenazado con interrumpir la infraestructura cibernética de Irán esta noche. Mientras tanto, Israel se está preparando para todos los posibles escenarios militares, ya sea en el norte o sur. Según The Wall Street Journal, Ali Khamenei, el Líder Supremo iraní, ha recibido varios planes para atacar a Israel, incluido un ataque con misiles a Haifa, apuntar a la instalación de misiles en Dimona o desplegar misiles de crucero de alcance medio.
Sin embargo, la principal amenaza de Irán proviene de su capacidad nuclear anticipada. Según informes, esta capacidad podría finalizarse en meses. Los aliados de Israel han prometido protección y el Comando de la Frente Nacional de Israel no ha alterado sus directrices. Aun así, la amenaza nuclear persiste como una preocupación importante con respecto a Irán.
Un portavoz de las FDI señaló el jueves que Israel está equipado con múltiples capas de defensa contra la amenaza iraní, y aunque no se espera que Irán ataque sitios civiles, la posibilidad de un ataque nuclear no está lejos.
¿Qué le sucede al cuerpo después de un ataque nuclear?
Cuando se expone a radiación nuclear, las células del cuerpo humano sufren daño en su material genético, el ADN. Este daño puede ocurrir directamente, a través de la ruptura del ADN, o indirectamente, a través de la creación de radicales libres tóxicos que causan daño oxidativo al ADN. Si el daño se limita a una de las dos cadenas de ADN, la célula potencialmente puede repararse a sí misma. Sin embargo, si ambas cadenas están dañadas, la lesión es grave, interrumpiendo la división celular, lo que lleva a la creación de células defectuosas o a la autodestrucción de la célula.
La exposición a la radiación también puede desencadenar otro proceso conocido como apoptosis, o muerte celular programada. En este proceso, la célula "se suicida" porque la radiación desencadena señales que aceleran la ruptura del ADN, lo que lleva a la muerte rápida de la célula.
Los efectos nocivos de la exposición a la radiación se hacen evidentes cuando el nivel supera la unidad de 1 Gray (GY). La radiación letal ocurre a niveles por encima de 10 Gy. La exposición a la radiación causa daño general en el cuerpo y daños específicos en la piel expuesta, manifestándose como ampollas, enrojecimiento y úlceras cutáneas. A niveles más bajos de radiación, estos problemas en la piel pueden aparecer entre 12 y 20 días después de la exposición, mientras que a niveles más altos, el daño y las quemaduras en la piel pueden ocurrir en pocos días. Con el paso de los meses a los años después de la exposición, pueden surgir complicaciones en los pequeños vasos sanguíneos debido al daño en las células vasculares.
Los síntomas iniciales incluyen fatiga, vómitos y dolor abdominal.
La radiación radioactiva también provoca una variedad de síntomas generales. Inicialmente, la persona afectada puede experimentar náuseas, vómitos, pérdida de apetito, fatiga, diarrea, dolor abdominal y deshidratación. A niveles de radiación por encima de 10 Gy, los síntomas pueden manifestarse entre cinco y quince minutos. A niveles más bajos de 2 a 3 Gy, los síntomas pueden no aparecer hasta 12 horas después de la exposición. La gravedad de los síntomas es indicativa de las perspectivas de recuperación de la víctima. Numerosos y graves síntomas sugieren una exposición a un nivel alto y potencialmente letal de radiación.
La radiación también afecta al sistema sanguíneo. Las células blancas de la sangre sufren apoptosis, y las células de la médula ósea son destruidas, cesando la producción de nuevas células sanguíneas. En las semanas siguientes, la continua muerte celular conduce a sangrado interno potencialmente mortal e infecciones severas, pudiendo resultar en fallo sistémico y muerte.
El sistema digestivo también se ve afectado por la radiación. Las células que recubren el tracto digestivo son destruidas, y sin nuevas células de la médula ósea, pueden desarrollarse úlceras a lo largo del esófago, estómago e intestinos. Esto conlleva al crecimiento bacteriano excesivo, infecciones letales, así como pérdida de apetito, náuseas, vómitos, dolor abdominal, deshidratación, pérdida de peso y diarrea con sangre.
Además de estos efectos, la radiación daña el cerebro y el sistema nervioso periférico. Niveles de radiación por encima de 30 Gy pueden causar la muerte en pocos días, y niveles por encima de 100 Gy pueden causar la muerte en cuestión de horas. El mecanismo exacto de la muerte no se comprende completamente, pero involucra un daño celular general significativo y una grave lesión cerebral, lo que resulta en sangrado, hinchazón cerebral y destrucción cerebral.
Hace unos años, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) aprobó un tratamiento de radiación desarrollado en Israel derivado de las placentas de mujeres en parto. Este tratamiento permite que el cuerpo produzca nuevas células sanguíneas sanas en lugar de aquellas dañadas por la radiación nuclear.
El tratamiento innovador, desarrollado por Pluristem, una empresa con sede en Haifa, se conoce como PLX-R18. Está diseñado para el tratamiento de lesiones por radiación severa en caso de un ataque nuclear. La investigación y desarrollo se realizaron en animales, ya que los ensayos clínicos que involucran radiación nuclear en humanos están prohibidos. Los resultados experimentales demostraron una mejora significativa en las tasas de supervivencia de los animales tratados con PLX-R18.
El tratamiento se elabora a partir de las placentas de mujeres en parto, que se someten a un proceso especial que da como resultado una solución inyectable. Esta inyección se administra en el músculo y debe aplicarse dentro de las 96 horas posteriores a la exposición a la radiación nuclear. Facilita la producción de nuevos tipos de células sanguíneas: leucocitos (glóbulos blancos), eritrocitos (glóbulos rojos que transportan oxígeno) y trombocitos (plaquetas responsables de la coagulación sanguínea).