El sitio ha sido testigo de una explosión de actividad arqueológica destinada a detener años de deterioro y abandono, gran parte gracias a un proyecto financiado por la UE de 105 millones de euros.
Miembros judíos del servicio enfrentaban presión por identidad judía. Prejuicios en ejército de década de 1940.
Desde 2017, equipo de arqueólogos de la unidad de Prevención de Robos Arqueológicos del IAA han inspeccionando el desierto de Judea para llegar a hallazgos antes que los saqueadores de antigüedades.